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Yo, sinceramente, cuando rodaba La buena vida siempre les decía a los actores: "Ésta, que es mi primera y última película, quiero hacer este plano porque no sé qué...". Si no te la juegas en ésa, ¿dónde te la juegas? ¿Qué ocurre? Que el cine español tiene una cosa maravillosa, que es que cada película es la última. No parece, primero, que el cine español vaya a sobrevivir, por lo que te cuentan los compañeros tuyos que has visto este año; y dos, tú no crees que puedas sobrevivir a esa película, por las condiciones físicas que requiere pero también por el acongoje personal en el que entras... Imaginad que estáis presentando una película al público... ¡Es tremendo! Sólo tenéis que hacer un ejercicio de imaginación los que no seáis directores para daros cuenta. El otro día en Israel, presentando la película con Javier Cercas, Cercas me dijo: "¡Es maravilloso esto de presentar películas, porque claro, vienes, proyectas la película y luego hablas con la gente! Yo en cambio cuando presento novelas las han leído dos o tres, o uno te dice que la ha leído pero no...". Y yo le dije: "¡Pero no te das cuenta que ese es el mayor placer del mundo! entrar en un sitio y nadie ha leído esto y tu puedes decir que has escrito El Quijote, ellos se lo creen, se van a su casa y dicen: ¡pero este tío era idiota!". Pero en el cine no, en el cine la comprobación de tu idiotez es casi simultánea a tu presencia en la sala. Entonces inmediatamente se acaba la película, entras ahí y dices: "Hola, buenas tardes. No sé si en Israel se habrá comprendido esto...", y empiezas a justificarte, a pedir perdón... También, evidentemente, te satisface cuando la película les ha emocionado o les ha hecho pensar o les ha llevado a hacerse preguntas, o elogios, etc. Pero el hecho inmediato ése del cine es estupendo.

El otro día una actriz de teatro me decía: "Es que el director tal -no voy a decir el nombre en el teatro- vive desde hace quince años del prestigio de una obra que hizo, pero lleva haciendo obras malas quince años, y es un director horroroso". Y entonces yo le dije: "Esto es maravilloso ¡me debería dedicar al teatro!", porque en el cine cuando metes la pata se entera casi toda España, es decir, que prácticamente los vecinos del portal te miran mal cuando la película es mala, y si alguno ha ido, como me dijo a mi la vecina un día, en el ascensor me dijo, cuando estrené Obra maestra, se giró y me dijo: "¿Cómo le haces eso a Santiago Segura, con lo buena persona que es?". Entonces le dije: "De verdad lo siento, pero le quiero decir que Santiago Segura es muy amigo mío y que es una de las peores personas que he conocido en mi vida; es una persona excesivamente sarcástica, salvaje, cruel, maligna, y el personaje lo he retratado con cariño".

Pero ella había considerado que yo había cometido una traición, que esto pasa mucho cuando obligas a los actores a hacer algo que a lo mejor... Ésto me lo ha contado Gonzalo Suárez, que es un ser muy divertido y simpático. Me decía que una película suya que se llamaba Al diablo, con amor fracasó: "Pero David, fracasó por una razón muy clara: que en una secuencia Víctor Manuel, el cantante, que participaba de actor, cogía a una paralítica que iba en una silla de ruedas la empujaba por las escaleras y la tiraba. ¿Pero tú crees que la gente quiere ver a Víctor Manuel tirando una paralítica por las escaleras? ¡La gente quiere ver a Víctor Manuel arreglándole el brazo a un niño que se le ha roto, y de paso cantándole una canción!". Y eso es así, pero eso no debe impedirte hacer las cosas que haces. Por eso digo: la primera película nunca la vuelves a hacer. Y por eso la primera película tiene que tener esos elementos que...

Decía Jose María Caparrós que La buena vida era un homenaje a Truffaut. Yo nunca lo planteé como un homenaje a François Truffaut, sino como el reconocimiento de Truffaut en uno de los cineastas en el que cuando estás despertando a esto de querer hacer cine, de quererte aficionar al cine y dedicarte al cine y hablar de cine, es uno de los señores que mejor acertó en transmitirte eso en sus primeras películas, y en sus últimas también. Pero en sus primeras películas especialmente tenían algo que no se parecían a otras películas: que eran libres, que estaban hechas con un sentido romántico de, no de la existencia, sino romántico del hecho de hacer cine. A mí la película de Truffaut que más me gusta es Besos robados, que no es su primera película, es su octava, y es que me sigue pareciendo a día de hoy la película más libre que se ha hecho nunca.

Y en las entrevistas siempre contaba la misma cosa, y es que la hizo durante las manifestaciones del mayo del 68, que la rodaban a toda prisa para acabar a las seis y poderse ir a las barricadas, porque además estaban cerrando la cinemateca que dirigía un amigo suyo. Y entonces él dice: "Es la película más inconsciente que he hecho en mi vida. En vez de estar preocupado por la película entonces venía uno y me decía "¿qué te parece este manifiesto?"; "pues aquí tenéis que tal..."; "¡corten! ¿ha quedado bien?"; "sí si" "pues cambia la frase esta..." .

Eso muy curioso, es la capacidad también de saber quitarte esa responsabilidad. Hace cuatro o cinco años me llamó a casa Juan Marsé y me dijo: "Oye, David, Manuel Vázquez Montalbán quiere conocer a Pep Guardiola". Imaginaros... No, no me llamaba para decirme nada de mí, y entonces le dije: "Ah, pero bueno -porque él sabía que yo era amigo de Pep- le dije: ¿Ah, sí? ¿pero Manuel Vázquez Montalbán no querrá conocer mejor a algún político?". "No, no. Quiere conocer a Pep". Entonces organizamos una cena: "Yo iré también, ¿eh? estoy deseando conocerle". Pep me dijo que "encantado, podremos hablar de sus libros...". No se habló de sus libros, sólo se habló de fútbol, de Cruiff, de Van Gaal... Pero en un momento dado de la cena, cuando estábamos allí los cuatro, me dijo una cosa... Bueno, ahí conocí yo a Vázquez Montalbán, que luego no hemos tenido una gran relación, pero tuve el honor de que me llamara a mi casa a decirme que le había gustado mucho Soldados de Salamina y que además “le había gustado mucho, una cosa terrible que ahora tiene a lo mejor más sentido, morirse sabiendo que la gente que tiene treinta años todavía miraba al pasado español de la manera que él creía que se debía mirar”. Y además ya lo peor fue cuando me llamaron que quería que en su funeral sonara la versión del Cigala que le habían cantado en Suspiros de España, pero bueno. Eso es anecdótico y todo se debe a Pep Guardiola, no se debe a ningún mérito mío. Entonces al final de la cena Marsé le dijo a Pep Guardiola: "Tú tienes un defecto como jugador". Se hizo un silencio. Hasta ese momento todo habían sido elogios a su cabeza, a su frialdad, a como repartía el juego, y eso que ya estaba en sus horas bajas, estaba medio lesionado. "Tu tienes un problema. Es que desde hace un tiempo te cargas con demasiada responsabilidad. A mí me da la sensación que sales a jugar pensando en Catalunya, en lo que significa el Barça, en que a lo mejor éste no es el entrenador ideal o la directiva ideal pero que el equipo y los colores están por encima de todo, que también hay que darle juego a ese pobre chico que está en la banda que no es muy bueno pero también se lo merece". Y Pep lo miró y le dijo: "Tienes toda la razón". Y eso luego lo he pensado muchísimas veces, sirve para cualquier oficio.

Uno tiene que cargar con la responsabilidad de lo que está haciendo, pero nada más. Uno no debe decir “yo el cine español... -como oigo decir a algunos directores jóvenes cuando empiezan, que dentro de cinco años, no os preocupéis, luego dirán lo contrario- yo no pertenezco al cine español. Es una caspa, es un horror, es un...”. A mi juicio pertenece al cine español, pero de nacimiento. Es que de eso no te puedes liberar, es una cosa de la que no... Vamos, salvo que te llamen de Hollywood y te vayas, cosa que no le pasa a casi nadie... Además, cada vez que llegas a Hollywood te envidian muchísimo por la libertad con la que haces las películas, por no tratar de elementos dados. En fin, esta sería otra versión. Pero lo que no debes es cargar con la responsabilidad, es decir, el cine español no depende de ti. La cultura española no depende de ti. La Guerra Civil y la imagen que la gente tiene de la guerra civil no depende de ti. La imagen que tienen los españoles de la sociedad española no depende de ti. Es posible que dependa en un margen una vez hecha la película, pero cuando tú la estás haciendo, amigo mío, eres como Truffaut: es mucho más importante que no echen al director de la cinemateca qué tu película. Y a la vez matarías si alguien no te dejase hacer la película.

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