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Realmente me es difícil hablar de mi trayectoria porque creo que una de las cualidades que tiene mi trayectoria es precisamente carecer de trayectoria. La parte accidental de todo esto sería muy larga de explicar, cómo el azar y las circunstancias colocan a cada uno en un sitio determinado en un momento determinado, que a lo mejor dentro de diez años es casi contrario al que te encuentras. De hecho quizá la gran lección que uno aprende dedicándose a esto del cine y dedicándose en España, si queréis luego hablamos un poco más claramente de que no es lo mismo dedicarse al cine que dedicarse al cine en España, tiene unas particularidades, como imagino no es lo mismo querer ser cineasta y haber nacido en Dakota que haber nacido en Ramala, y nosotros estamos en un punto medio, tirando más hacia Ramala o hacia Dakota pero más o menos en el punto medio, que yo creo que está bien, sobretodo después de haber estado hace cuatro semanas en Ramala...
Pero sobretodo lo que quería aclarar inicialmente ante todo son dos cosas. Una: que Soldados de Salamina no es candidata al Oscar, sino es simplemente la película que ha elegido la Academia Española para ver si es seleccionada para el Oscar a la Mejor película extranjera, y ya os puedo asegurar casi con total seguridad que no estará entre las cinco nominadas, como es normal, porque no sólo hay muchos filmes este año, que se bate el récord de películas presentadas, sino que además se da la estupenda coincidencia de que hay algunas buenísimas y que cerrarán el paso seguramente, además, con gran honor. De estar, se deberá casi siempre fruto del azar y no a ninguna cualidad mía, como mucho alguna cualidad de la película, pero sí que es verdad que la experiencia que vivimos cuando Belle Époque, hace exactamente diez años, sí que nos ayudó. Por lo menos a mí me ayudó a ver que estas cosas hay que tomárselas como un juego. Es decir, creo que en general en la cultura de los últimos diez o quince años la sobreabundancia de premios, de distinciones, de necesidad, de gente poco dignificada, sus instituciones, les obliga a crear casi inmediatamente un premio. Ahora se reúnen tres o cuatro personas y dicen "Oye, ¿y por qué no hacemos una tertulia de amigos aquí, en este café?" , y lo primero que hacen es "sí, ¡y podríamos dar un premio!" . Y así consiguen que vaya a la tertulia Almodóvar, por poner un ejemplo, o Fernando Fernán Gómez. El premio se ha convertido en una especie de zanahoria, y los premios además cuanto más interesantes son es cuanto más dinero dan al que lo recibe.