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La ironía discernible en estas palabras sirve para acentuar el hecho de que el cura se dé cuenta de que "esta misión" tiene que ser iniciada por él mismo. Se convierte el viaje en una búsqueda desesperada, en un camino sin retorno. El cura lee la sociedad donde debe moverse como un texto indescifrable, donde las "señales" le caerán en sus manos por pura casualidad. En este sentido, Álex de la Iglesia subvierte la figura del cura de las películas tradicionales sobre el Anticristo y lo convierte en el antihéroe: una figura que funciona prosaicamente porque la sociedad está en degeneración. Es un cura diferente, es una figura inepta, incluso tonta en el mundo real, en la cultura popular donde la acción transcurre. Todos sus descubrimientos suceden por casualidad y será gracias a la figura del profesor Cavan, un personaje fraudulento y manipulador, que descubra el lugar y toda la información necesaria para acabar con el Anticristo, porque, de hecho, el Anticristo representa el fraude sobre la humanidad.

El día de la bestia se convierte de este modo en el esperpento de la Navidad, describiendo las desventuras de tres personas en Nochebuena. Los personajes representan elementos humanos poco convencionales: un cura que nunca ha visto la tele, y tiene que traicionar su fe para salvar el mundo. Un heavy inocentón y que va en plan de buen rollo, un parapsicólogo escéptico que acabará creyendo, unidos todos ellos por un azar imprevisto y que acabarán convirtiéndose en los "tres suicidas magos", cuya misión será descubrir donde nacerá el Anticristo para matar así a la "bestia". Todo ello al compás alegre de una banda sonora que juega satánicamente con villancicos navideños y rugidos de música heavy, en paralelo a las armas y a los ositos de peluches que vemos en los escaparates, como alegres ofertas navideñas, donde el consumidor ya no puede distinguir entre juguetes y armas violentas, ni se siente ofendido por tal paradoja, al no poder percibir su irrealidad.

La anticipación de la llegada del Anticristo provoca nuestro miedo de que realmente sí puede acabarse el mundo, nuestro universo tal y como lo conocemos. Las acciones de los protagonistas representan nuestro deseo "secreto" de prevenir esta destrucción. Álex de la Iglesia consigue su propósito: que la audiencia se identifique con la trama archiconocida del film porque subvierte el género, con un destronamiento del tema. Como en toda película de género de terror, aquí también encontramos un momento de éxtasis, de redención, en las últimas escenas que narran la muerte de José María, el heavy rocker, por la causa final: hacer de cebo para salvar al padre Berriatúa de las garras del monstruo, para así, en última instancia, salvar con su sacrificio al mundo.

 

MÓNICA CANTERO es Profesora en la Drew University (USA).



 

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