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El
régimen franquista añade a su marcador una nueva victoria.
Esta vez son también sus postulados ideológicos los
que se ven ratificados por los invitados a la recepción toda
vez que asisten a ella, a pesar de lo restringido de la representación.
Aspecto éste que el reportaje intenta eficazmente ocultarnos
por medio del montaje y de un encuadre menos amplio que se condensa
en torno a los grupos de conversadores que se van formando a lo largo
de la reunión. Otra muestra de ello es que el realizador se
detiene varias veces en los representantes marroquíes, visibles
gracias a su indumentaria de un blanco inmaculado que contrasta con
la del resto de los invitados (planos 11, 12 y 13) y que acaparan
inmediatamente, de acuerdo a unas leyes básicas de percepción,
la atención del espectador, quien descuida por esta misma razón
otros elementos potencialmente significantes (presencia y notabilidad
de otros invitados, por ejemplo). En este sentido, la banda de sonido
reviste gran importancia. La voz del comentarista se reduce a alguna
frases cortas que describen muy superficialmente el acto y a las personas
que allí concurren: "Están presentes la esposa
del Caudillo, generales y cuerpo diplomático". Una
descripción demasiado sucinta y al mismo tiempo demasiado vaga
que contrasta con la supuesta repercusión que la recepción
debe tener para Franco y con las representaciones que se supone tiene
que cincelar en el imaginario colectivo (entre otras, la de un caudillo
glorificado en un marco que encarna la tradición imperial española).
Unicamente la alusión precisa a la representación marroquí,
"el Gran Visir y su moros notables aportan una nota blanca
a tan selecta concurrencia" reactualiza esta idea gracias
a la referencia al pasado colonial de España en África
del norte. En ausencia de sonido directo, la música, clásica
en este caso, colma el vacío dejado por la voz en off.
La elección musical confiere un aditamento de distinción
un tanto artificial a la recepción. El documento presenta una
estructura circular ya que al final del acto los coches abandonan
el Monasterio teniendo como punto de partida el gran patio adoquinado
que se encuentra delante del monumento (plano 23). Los propios materiales
de la narración parecen así justificar su aparente coherencia,
crear un todo "atado y bien atado".
III.
Conclusión: la memoria manipulada como imagen de un nuevo orden
Hemos
visto que estas imágenes contemporáneas contruidas vienen
de lejos. Retrotraen, no sin parafernalia, una memoria común
a través de la materialización de otra imagen, representativa
de una realidad pasada, que, asociada a nociones más o menos
complejas y contrastada con la inmediatez de los hechos reproducidos,
crean como resultante una nueva realidad, la encarnada por el nuevo
régimen, que intenta fijarse en el espectador sin, paradójicamente,
querer renunciar a su carácter de portadora de la memoria (de
una memoria selectiva, tal y como el franquismo la entendía).