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Fecha de origen: 1959

La historiografía toma el año 1959 como punto de partida de esta Nouvelle Vague cinematográfica por dos razones fundamentales: la profusión de nuevos directores que realizan su primera película este año y el fenómeno que se produce en el palmarés del Festival de Cannes, acompañado de un debate en los medios de comunicación. Ese año Marcel Camus obtiene en Cannes la Palma de Oro con su Orfeo Negro, François Truffaut el premio a la dirección por Los 400 golpes y Alain Resnais recibe alabanzas del público y la crítica -que empieza a escribir sobre un cine moderno- por Hiroshima mon amour, tres obras que se diferencian considerablemente de la producción convencional. Representantes de todas las tendencias de ese cine moderno se reúnen en La Napoule, durante el Festival de Cannes, estableciendo un coloquio sobre la existencia de un nuevo cine. Los medios de comunicación se hacen eco del coloquio, como es el caso de Le Monde que entrevista a una serie de directores en agosto de 1959 para que contesten a la pregunta: "¿Existe realmente una Nueva Ola?", cuestión a la que Tati, Franju, Clair, Renoir, Astruc, Malle y Vadim responden que no. A pesar de todo, ese mismo año Pierre Billard organiza, para France-Observateur, un encuentro entre Truffaut, Rivette, Doniol-Valcroze y Pierre Kast. En 1960 organiza otro con Truffaut y Kast de nuevo, junto a Rohmer, Godard y Marcel Moussy. La conclusión final gira en torno a la diversidad de este movimiento bautizado como Nouvelle Vague que parece reunir a todos los cineastas -muy numerosos- que empiezan a trabajar en el largometraje durante estos años.

Precisamente esta profusión de directores que realizan su primer largometraje en torno a 1959 es la otra razón por las que se toma tal fecha como nacimiento de la Nouvelle Vague: treinta y cinco nuevos directores en 1959, treinta y ocho en 1960, veintisiete en 1961 y treinta y dos en 1962. Hasta 1959, la media era de dieciséis nuevos directores por año. Hay que matizar, sin embargo, que esta fecundidad es muy concreta, puesto que muchos de estos nuevos realizadores no vuelven a estrenar otra película, hasta el punto de que en 1963 la producción francesa llega a su cota más baja desde 1954.

Característica principal: un nuevo modo de producción

En las citadas conversaciones de La Napoule se pretende definir al Cine joven de muy diversos modos y, finalmente, las conclusiones derivan hacia cuestiones de producción cuya característica común es hacer un cine con menos coste económico. Gran parte de las producciones de este nuevo cine se fundamentan en amistades más que en estrictas relaciones profesionales, como lo manifiestan muchos ejemplos concretos de la época. El primer largometraje de Éric Rohmer, Le signe du lion, es producido por Claude Chabrol que, tras sus éxitos con Le beau Serge (1958) y Les Cousins (1959) -financiados con una herencia familiar- funda la compañía Ajym con la que comienza a producir largometrajes de amigos y conocidos. Tras el fracaso de Le signe du lion, Rohmer consigue financiar sus dos primeros cuentos morales gracias a Barbet Schoroeder, joven cinéfilo que protagoniza La boulangère de Monceau (1962). Con el dinero que obtiene al empeñar un cuadro de su familia, Schoroeder no sólo produce los dos cuentos morales, sino también la película-manifiesto Paris vu par… (1965), para lo cual funda la sociedad Films du Losange en colaboración con Rohmer.

 

Truffaut también funda su propia productora gracias, en gran medida, al padre de su esposa, Ignace Morgenster, dueño de la productora Sedif y de la distribuidora Marcea-Cocinos. Morgenster, hasta ahora productor de las películas de Qualité criticadas por Truffaut, co-financia Les 400 coups (1959) junto con Films du Carosse, empresa creada por Truffaut.

Este tipo de iniciativas puede dar lugar a la idea de que los miembros de la Nouvelle Vague menosprecian el papel del productor. Sin embargo, lo que estos nuevos cineastas proponen es, simplemente, un nuevo perfil en las tareas de producción. De este modo surgen unos productores que ven en las películas de los jóvenes cineastas proyectos a su medida económica y con los que comparten cierta complicidad intelectual. Tal es el caso de Pierre Braunberger, productor de las primeras películas de algunos de los jóvenes de la Nouvelle Vague, o de Georges de Beauregard -asociado con el italiano Carlo Ponti- y de Anatole Dauman.

La historiografía tiende a subrayar el papel de los avances técnicos en los cambios del modo de producción del cine de la Nouvelle Vague. Pero, como afirma Alain Bergala, el cambio en el estilo y en la mentalidad va por delante de los cambios técnicos que son, más bien, producidos por las nuevas expectativas de realización que tienen los cineastas.15 No cabe duda que son necesarios equipos más ligeros para el rodaje en la calle. También parece claro que estos nuevos modos de hacer producen una estética muy distinta a la habitual en el cine francés. Pero precisamente esta experimentación técnica puede comercializarse porque los cineastas abren nuevas vías, y no al revés.

El núcleo de Cahiers du cinéma

Uno de los grupos más consolidado y a la vez diverso de los cineastas que forman la Nouvelle Vague son los miembros de Cahiers du cinéma. Entre ellos hay una relación de amistad y familiaridad en torno al teórico André Bazin. El núcleo de la revista está formado, además de Bazin, por Éric Rohmer, François Truffaut, Jacques Rivette, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y Jacques Doniol-Valcroze. Muchos de los redactores pasan a la realización fílmica intentando poner en práctica los postulados que defienden en las páginas de la revista, tomados en gran parte de las tesis teóricas de André Bazin.
Dentro de Cahiers du cinéma hay un grupo de redactores que marca una tendencia distinta de la del resto. Rohmer, Rivette, Truffaut y Chabrol son partidarios de las películas de Hitchcock y Hawks, defienden el cine norteamericano de serie B, tanto su sistema económico como estético, y centran sus trabajos en el elogio de la puesta en escena como manifestación de la autoría del director cinematográfico. Buscan materializar en sus películas esta política de los autores introducida en la crítica por Truffaut con su artículo Ali Baba et la politique des auteurs.16 Con tal teoría defienden al cineasta-director como único y verdadero autor de las películas, sea cual sea la originalidad del guión o la participación del equipo técnico en la realización de la obra. Además, distinguen entre los directores cinematográficos a los auténticos 'autores' porque, en sus obras, la temática -las obsesiones, la visión del mundo- y la concepción de la puesta en escena, es reconocible de una película a otra, sea ésta buena o mala.17

En Cahiers du cinéma Truffaut también publica su artículo Une certaine tendance du cinéma français, en el que critica la trayectoria de Qualité del cine galo.18 Tres años después, Jacques Rivette publica un artículo dedicado al valor moral de la puesta en escena que se titula De l'abjection.19 También en Cahiers du cinéma publica Rohmer su gran compendio teórico Le celluloïd et le marbre, que le constituye en el pensador del grupo.20 Así se populariza la expresión 'escuela Schérer',21 acuñada por Pierre Kast, para referirse a los jóvenes de Cahiers, concretamente al núcleo Hitchcock-Hawksiano. Todos estos artículos, cuyas tesis son pretendidamente puestas en práctica en la realización cinematográfica de sus autores, preludian la revolución del nuevo cine.
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NOTAS Y REFERENCIAS

15 Cfr. Bergala, Alain, "Techniques de la Nouvelle Vague", Cahiers du cinéma, Nouvelle Vague, número monográfico fuera de serie.

16. Cfr. Truffaut, François, "Ali Baba et la politique des auteurs", Cahiers du cinéma, febrero 1955.

17. Cfr. Clouzot, Claire, Le cinéma français…, op. cit., p. 5.

18. Cfr. Truffaut, François, "Une certaine tendance du cinéma français", Cahiers du cinéma, nº 31, enero de 1954., pp. 15-30.

19. La puesta en escena, para los miembros de Cahiers, elimina la dicotomía entre contenido y forma, dado que, como afirma Rivette en su citado artículo, "hacer una película es mostrar determinadas cosas y es, al mismo tiempo y por la misma operación, mostrarlas de un determinado modo; siendo estos dos actos rigurosamente indisociables". (Rivette, Jacques, "De l'abjection", Cahiers du cinéma nº 120, junio 1961, pp. 54 y 55).

20.Véase Cahiers du cinéma, números 44 (febrero 1955, pp. 32-38), 49 (julio 1955, pp. 10-16), 51 (octubre 1955, pp. 2-10 ), 52 (noviembre 1955, pp. 23-30) y 53 (diciembre 1955, pp. 22-31).

21.Como el nombre auténtico de Éric Rohmer es Jean-Marie Maurice Schérer, el calificativo 'escuela Schérer' hace una alusión directa al rango de líder que Éric Rohmer tiene entre sus compañeros. En los primeros tiempos en Cahiers, Rohmer firma sus trabajos de crítico con su nombre verdadero y reserva el seudónimo para la publicación de dos guiones aparecidos en los números 5 y 12 de la revista. Más adelante incorporta el seudónimo también a las críticas cinematográficas.