Yo
siempre que hago una película la hago siempre así, para
jugar yo. Eso es terrible confesarlo, pero puestos a decir la verdad
Siempre
pienso "¡pues ni el hijo de Catalina de Rusia -que no sé
si tuvo hijos-, ni el de Felipe II ni el de cualquier monarca del mundo
ha tenido un juguete más caro que yo!". Porque claro, hacer
una película
Aunque el hijo de Catalina de Rusia tuviera
un caballito de brillantes para jugar con el caballito en vez de uno de
cartón, pues es bastante más barato que una película.
Yo siempre he jugado, he experimentado, me he enamorado de las películas.
Cuando yo arranco una película pienso, equivocadamente, eso es
cierto, que esa película no la ha hecho nadie, esa es la mejor
que se puede hacer, que
o sea, es un enamoramiento. Si tú
te enamoras de una mujer o de un hombre siempre piensas "¡éste
es el amor de mi vida, no hay otra como ella, por fin la he encontrado,
es mi media naranja!" y luego pasa lo que pasa
Entonces, con una película hago igual, y la hago para ver cómo
queda. Os voy a contar una anécdota, que no es tal porque se puede
tomar como un ejemplo muy útil. Cuando a Juan Rulfo le preguntaron,
me parece que fue en Italia, en un congreso o no sé qué
de escritores, y le preguntaron ¿usted para qué ha escrito
Pedro Páramo? Y entonces yo esperaba que contestara "pues
no sé, para describir el alma sojuzgada del indio mejicano",
no sé qué, o sea hablar del Méjico profundo, consecuencia
de tantas historias y de tantos dramas y de estas cosas. Y entonces él
nos miró y dijo: "¿Qué para qué he escrito
Pedro Páramo? ¡Pues para leerla!". Y es verdad, yo hago
mis películas, en pequeña escala y a mi medida, hago una
película para ver cómo queda, para verla yo, porque siempre
pienso que no la ha hecho nadie antes, lo cual es una falacia, naturalmente,
pero bueno
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Ese
planteamiento no es industrial, las cinematografías no se hacen
con gente como yo, ni las industrias. Entonces, ¿qué pasa?
Que nunca he pedido un millón a nadie. Algunas de mis películas
que no querían hacer fueron grandes éxitos económicos.
Yo sigo viviendo todavía de dos películas: de Mi querida
señorita, después intervinieron en ella, pero en la
que no creían, dicho sea de paso, porque no estaba yo allí,
me decían "¡por qué no pones un actor más
guapo que López Vázquez!" Bueno, entonces esa película,
Mi querida señorita, Furtivos y alguna más
dieron muchísimo dinero más del que nunca hubieran dado
a aquella gente que tuvo que salir por la puerta trasera haciendo aquellas
películas estrictamente comerciales. Luego no siempre han ido
las cosas así, también me he equivocado muchas veces desde
el punto de vista comercial y de cualquier otro punto de vista, pero
siempre he hecho lo que me ha dado la gana. Y entonces, ¿qué
pasa? Que me he visto obligado a producir. Yo no soy un hombre de producción,
yo no soy un hombre de números, me aburren los contratos, hago
como que los leo cuando no los he acabado de leer porque no los entiendo,
sobre todo si hay alguna persona delante, y digo que me preparen la
oficina para el fin de semana, los balances y todas esas cosas, y el
fin de semana no hay quien me haga un balance. En fin, soy una catástrofe.
Pero nunca he vendido un millón. Todas las películas,
que algunas han dado mucho dinero, o premios o cosas, todas y cada una
de las películas
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Yo,
después de Furtivos, tenía un mínimo dinero,
y que todavía sigue siendo la cuarta, la quinta o la sexta en términos
equivalentes de dinero, porque claro, la entrada valía antes sesenta
pesetas y ahora vale no sé cuanto
En términos de dinero
no, pero en términos de asientos sí. Pues a la película
siguiente (La Sabina) yo me tuve que ir a Suecia para hacer la
película, encontré una coproducción con Suecia, porque
no encontré un productor en España. Siempre lo he hecho
para no dar explicaciones a nadie. Y la película que hice en Estados
Unidos (Río abajo) pasó igual. Cuando se paró
el rodaje por una serie de circunstancias que ahora no voy a contar aquí
porque estaríamos hasta mañana, hubo gente, productores
de Hollywood, que decían: "Sí, pero el público
americano nunca aceptará que una prostituta mejicana se cargue
a un patrón". Entonces tuve que acabarla como fuera, me tuve
que venir a España, pedir más dinero, llevármela,
hacer la película... Entonces, siempre hecho lo que he querido.
Para bien y para mal, naturalmente. Pero no he aceptado que me cambiara
nadie nada, ni siquiera la censura. Hombre, a veces la censura, cuando
Furtivos, que hubieron tantos cortes, pues dije ¡pues no
estreno la película! Pero eso sí que creo que es fundamental
para una persona que quiera actuar con moral interna, con moral creativa,
con moral artística, con moral social, lo que queráis, me
da igual el adjetivo que utilicéis. Hay que hacer las cosas como
uno crea necesario. A no ser que, cosa que me parece respetable, tengas
un concepto pues digamos más profesional, en el sentido de tantos
directores, algunos muy buenos, del Hollywood clásico, sencillamente
que estaban en contacto con un gran estudio, detrás de una película
hacían otra, el estudio les daba un guión, ellos luego lo
estudiaban, se lo preparaban cuando tenían tiempo, y luego hacían
la película. Eso es otro procedimiento industrial, bueno para la
industria, pero desde el punto de vista creativo hay que hacer lo que
a uno le dé la gana. Si estás equivocado, horrible; y si
no estás equivocado, maravilloso, porque a ratos estás equivocado
y a ratos no... Sería terrible que habiendo dedicado toda la vida
a una cosa, que ha sido ésta, aunque haya hecho muchas más,
pero siempre condicionadas a ésta, sería terrible que al
final yo me hubiera prostituido, porque eso es lo que les pasa a las prostitutas.
Al final dices "¡pero bueno, que he hecho de mi vida, que he
hecho de mi juventud, que he hecho de mi atractivo! ¡No tengo ni
dinero ni juventud ni atractivo ni nada!". Entonces me tengo que
pegar un tiro. Tengo la teoría de saber que por lo menos me he
sentido a gusto conmigo mismo, aunque repito las cosas no hayan ido bien,
sobre todo tú mismo dices ¡pero cómo hice esto! Pero
claro, yo todavía ahora hay películas que a veces esto no
ha sido verdadero. Vale, cuando eres productor desgraciadamente las tienes
que volver a ver. Eso que le pasa a muchos directores, directores afortunados
que no son productores, hacen una película, la pasan en un festival,
la estrenan y se acabó, ya no ven más la película.
Yo les envidio, porque al ver una película tuya, a no ser que seas
narcisista, que también los hay, pero si no eres narcisista es
como una paliza que te das a ti mismo, porque no ves más que lo
que está mal y los errores. Y a veces incluso al cabo de los años
me digo ¿pero yo por qué haría esto?; ¿por
qué no rodaría un plano aquí para tal?; ¿por
qué no se incendiaría aquella casita del molino de Furtivos
antes de que hayan llegado! Claro, eso es vivir al cien por cien una profesión,
para bien y para mal, insisto. Es lo único que merece la pena.
Por eso me dicen: "¡qué pocas películas has hecho,
Jose Luis!", y es verdad. Yo en todos estos años, desde el
sesenta y tres hasta el actual, he hecho muy pocas películas, he
producido algunas, solamente de amigos o de alumnos míos de la
escuela que se han convertido en amigos. Hace muchos años que no
produzco películas ajenas, porque Manuel Gutiérrez Aragón
me dijo "¡pero para qué produces a nadie!", incluyéndose
él mismo en el capítulo.
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