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Michael Moore no se queda en la superficie de las cosas. Tampoco se queda en una mera parodia, aunque el sarcasmo es imprescindible cuando no se quiere perder la razón ante una realidad que provoca escepticismo a cualquier persona medianamente sensible e inteligente. Moore visita a quien tiene que visitar, persigue a quien tiene que perseguir, espera horas a quien tiene que esperar. Nos enseña como le cierran las puertas en las narices quien no tiene nada mejor que ofrecer. Aunque seguro que también le entristece, a Moore le honra poder enseñarlos cómo le repudian y le piden que se vaya porque se ha comportado como un moscardón que logra incordiar una cómoda e irresponsable conducta irracional que lleva más de un estadounidense. |
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