Título original: Gangs of New York. Producción: Alberto Grimaldi, para Miramax y Touchstone Pictures (USA, 2002). Productores: Alberto Grimaldi y Harvey Weinstein. Director: Martin Scorsese. Argumento: Jay Cocks a partir del libro The Gangs of New York: An Informal History of the Underground, de Herbert Asbury. Guión: Jay Cocks, Steven Zaillian y Kenneth Lonergan. Fotografía: Michael Ballhaus. Música: Howard Shore. Diseño de producción: Dante Ferretti. Montaje: Thelma Schoonmaker. Intérpretes: Leonardo DiCaprio (Amsterdam Vallon), Daniel Day-Lewis (William Cutting, "Bill el Carnicero"), Cameron Diaz (Jenny Everdeane), Liam Neeson (Reverendo Vallon), Jim Broadbent (William Tweed), John C. Reilly (Happy Jack), Henry Thomas (Johnny Sirocco), Brendan Gleeson (Walter McGinn). Color - 168 min. Estreno en España: 28-II-2003.

Tras un desafortunado periplo por las salas de montaje, ha llegado finalmente a nuestras pantallas Gangs of New York, la última película de ese importante cronista de la sociedad neoyorquina llamado Martin Scorsese. Han sido necesarias tres décadas y una sustanciosa inversión económica para poder llevar a cabo este ambicioso proyecto que no ha recibido la unánime y calurosa acogida por parte de crítica y público que era de esperar en la trayectoria fílmica de un autor que ha dado a luz obras tan decisivas dentro del panorama del moderno cine americano como Taxi Driver (1976), Toro Salvaje (1980) o Uno de los nuestros (1990).

No obstante, si algún cineasta estaba capacitado para plasmar en imágenes los sangrientos orígenes de una de las ciudades más importantes del Nuevo Continente, ése era, sin lugar a dudas, Martin Scorsese. Su filmografía está plagada de títulos que aluden al trasfondo histórico y social de la Nueva York natal de este controvertido director, deambulando indistintamente tanto por los ambientes más sórdidos y suburbiales (Malas calles, Al límite) como por los más refinados y aristocráticos (La edad de la inocencia).

La presente cinta narra las encarnizadas luchas que tuvieron lugar en dicha ciudad a mediados del siglo XIX entre bandas callejeras de distinto origen: por una parte, estaban los autodenominados "nativos" (descencientes de los colonizadores protestantes) y, por otra, los inmigrantes irlandeses católicos. El autor de Casino (1995), preocupado por su propia condición de italoamericano, recurrió a la novela de Herbert Asbury para indagar acerca de la conflictiva génesis de Nueva York. Scorsese explica su labor investigadora en estos términos:

Mi padre pertenecía a la clase trabajadora y siempre supo que había elementos del crimen organizado en el mundo en que se movía. Pero él escuchó historias siendo niño sobre pandillas que asolaban Nueva York y que hablaban de una mitología de Nueva York que estaba oculta, aunque si sabías donde buscar, si te ponías a buscar en una biblioteca, la podías encontrar.

En consecuencia, el resultado de este fatigoso trabajo de análisis, iniciado a principios de los 70, ha culminado en un impresionante fresco histórico dotado de un incuestionable vigor épico. Gangs of New York oscila entre el espectáculo de masas y la búsqueda de un realismo extremo en su reconstrucción histórica de los hechos, saturada por excesivas dosis de acción y violencia.

El núcleo de la película lo constituyen dos historias de carácter muy tópico e impropias del talante scorsesiano: la primera aborda la venganza de un joven irlandés contra el líder nativo que mató a su padre y la segunda el romance entre el muchacho y una astuta ladrona. Afortunadamente, Scorsese logra alzarse sobre el convencionalismo de ambas historias para introducir aspectos más críticos como la corrupción política, la lucha de clases y la realidad de un pasado edificado sobre la criminalidad, la xenofobia, el racismo y la rebelión anticonstitucional. Una realidad que atestigua la irracionalidad del conflicto suscitado entre las bandas sin tomar partido por ninguna de las dos. Leonardo DiCaprio ha argumentado al respecto lo siguiente:

Entender políticamente los dos lados de la historia es lo que hace a esta película compleja, lo que ha hecho a nuestro país complejo. No hay una división clara entre el Bien y el Mal, y hay que tener eso en cuenta, especialmente estos días.

Por consiguiente, es en el ámbito temático donde Martin Scorsese vuelca sus esfuerzos para mostrarnos los orígenes de una América cimentada sobre las relaciones entre las autoridades políticas y policiales y las bandas, que eran quienes realmente otorgaban poder y respaldo físico a las primeras. El carácter incisivo en la reconstrucción de unos orígenes históricos establecidos sobre la barbarie y la corrupción gubernamental se convierte, pues, en el plato fuerte de esta monumental epopeya. Sin embargo, la estructura interna del film acusa graves defectos en su concepción.


Al margen de las constantes variaciones en el ritmo, motivadas en gran medida por el remontaje que ha sufrido la película, Gangs of New York adolece de falta de equilibrio entre sus elementos constituyentes. La fastuosidad de recursos escénicos tales como el vestuario y los decorados -recreados en los estudios romanos de Cinecittà- unida al torbellino de impactantes imágenes con que Scorsese vapulea literalmente al espectador no logran disimular la desigualdad que continuamente afecta al desarrollo narrativo de la historia. Por otra parte, la superficialidad con que están perfilados ciertos fragmentos y personajes (especialmente el que incorpora Cameron Diaz) contrasta notablemente con momentos muy acertados (como la rebelión frente al reclutamiento) e interpretaciones tan brillantes como la que nos brinda Daniel Day-Lewis.

En resumidas cuentas, Gangs of New York resulta una obra bastante irregular y decepcionante a nivel global. Esperemos que, en el futuro, Martin Scorsese sea capaz de ofrecernos proyectos tan consistentes como aquellos a los que antaño nos tenía acostumbrados.

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