EL CINECLUB LA BARRACA
(1960-1979)

EMETERIO DIEZ

La aplicación de la estadística a las ciencias sociales y el desarrollo de la estética de la recepción en el análisis de las manifestaciones artísticas son algunas de las novedades académicas que han conseguido que el público sea cada vez más un tema de actualidad. Los investigadores se preguntan: ¿Quién ve las películas y por qué? ¿Qué efectos producen las películas en quienes las ven? En estas páginas, vamos a estudiar un público tan minoritario y elitista como el que asiste a los cineclubs. Y tan particular y sectario como el que forma parte de La Barraca, el cineclub que las Juventudes Socialistas de España en el Exilio abren en la ciudad francesa de Toulouse en 1960 1.
El cineclub constituye la manifestación más estructurada de público cinematográfico. Se trata de una asociación que, sin finalidad lucrativa y en sesiones privadas, proyecta películas con el fin de mejorar la cultura cinematográfica del espectador en sus aspectos históricos, técnicos y artísticos, para lo cual programa también debates y conferencias, y, sobre todo, recurre al intercambio cultural cinematográfico, esto es, se abre a cinematografías minoritarias por su compromiso social, político y estético o bien por su pequeñez industrial. El término cineclub se debe a Louis Delluc. Copiando las asociaciones deportivas y de recreo de su época (los clubs de fútbol y los clubs sociales, por ejemplo), el crítico francés crea en 1921 una organización con dicho nombre en la que se reúnen profesionales del cine parisinos para debatir sobre el nuevo medio. Evidentemente, muy pronto el atractivo de estas reuniones reside en la proyección de una película, en especial, como digo, títulos que, pese a su indudable calidad, no llegan a las salas comerciales por su vanguardismo estético, como El gabinete del doctor Galigari (Das kabinett des Dr. Galigari, 1919), o su compromiso político, como El acorazado Potemkin (Bronenosetz Potiomkin, 1925).
El cineclub no debe confundirse con otra fórmula de sesión cinematográfica al margen de los circuitos comerciales. Me refiero a los proyectores de cine instalados en las casas del pueblo socialistas, en los ateneos libertarios, en los círculos agrícolas, en las sedes de algunos partidos políticos o bien en las parroquias y asociaciones católicas de laicos. En estos casos, la formación cinematográfica nunca es en sí el eje central de la sesión. Las películas son una parte más de la actividad de ocio que estas entidades organizan con el fin de que las masas obreras se cohesionen y ocupen su tiempo libre en actividades educativas, al tiempo que se aleja a los trabajadores de otros espacios lúdicos que no hacen más que embrutecerles, en especial, las tabernas. En cualquier caso, estas salas militantes programan numerosas películas comerciales -a veces doctrinalmente discutibles y siempre viejas-, porque entienden que ofrecer entretenimiento a un precio asequible constituye ya en sí toda una labor social con los afiliados y sus familias.
Ahora bien, esta diferenciación tan estricta entre cineclub y sala militante, con ser pertinente, a menudo es cuestionada por una realidad siempre compleja y enmarañada. Así el Cineclub La Barraca, pese a lo que diga su nombre, tiene mucho de sala de partido, es decir, representa dos movimientos: uno de minorías, el cinecublismo; y otro de masas, el socialismo.

1. El movimiento cineclubista en España

Hasta hoy la primera referencia a la organización de un cineclub en España aparece en la revista Arte y Cinematografía de agosto de 1923 (nº269). Por entonces se anuncia la apertura de una asociación de este tipo en el barrio de Horta de la ciudad de Barcelona. En Madrid, la primera sesión de cineclub fechada data de 1928 y tiene lugar en la Residencia de Estudiantes. Su promotor es Luis Buñuel, quien aprovecha uno de sus viajes a París para traer consigo un programa de películas vanguardistas. Meses después, el fundador de la Gaceta Literaria y teórico del fascismo, Ernesto Giménez Caballero, pone en marcha el Cine Club Español 2. Comienza sus sesiones el domingo 23 de diciembre de 1928 con la película Tartufo (Tartuff, 1925) y desaparece el 9 de mayo de 1931 tras una tumultuosa exhibición de El acorazado Potemkin, en la que no faltan insultos, golpes y algún disparo.

Bajo la República, la decidida defensa de la libertad de asociación y de reunión y el apoyo a la cultura favorecen la fundación de numerosos cineclubs 3. Aparecen por todo el territorio y bajo la gestión de las más variopintas organizaciones, aunque los cineclubs marxistas sufren numerosos problemas: carecen de películas correligionarias por culpa de la censura, la importación de otros títulos les resulta muy costosa y el precio de la entrada debe superar el nivel de vida de los obreros si se quiere cubrir gastos 4.

La Guerra Civil pone fin a este periodo de expansión. La socialización o nacionalización de la industria cinematográfica en la España Republicana transforma todas las salas del país en salas de partido. Al mismo tiempo, el ambiente de guerra convierte en esnob el debate retórico sobre el cine y la proletarización tacha de burguesas las actividades de y para las minorías intelectuales.
El Franquismo, por su parte, cierra los cineclubs no afectos a sus ideas, mientras la limitación de las libertades y la falta de películas hace muy difícil la continuidad del resto. Particularmente contraproducentes son las presiones de los exhibidores. Penalizados con elevados impuestos, cuotas de pantallas y todo tipo de imposiciones (incluida la obligación de proyectar el NO-DO), los empresarios convencen a la administración de que su existencia económica es imposible si además tienen que soportar la competencia desleal que para ellos supone el conjunto de salas no comerciales: colegios, parroquias, cineclubs, Educación y Descanso, Sección Femenina, Frente de Juventudes, etc. En consecuencia, apenas se fundan nuevos cineclubs y, si aparecen, es porque tienen como socios a influyentes intelectuales del régimen 5. En concreto, España cuenta con poco más de 26 cineclubs hacia 1952 6.

Sin embargo, a lo largo de los años cincuenta su número crece como consecuencia del proselitismo de la Iglesia, las inquietudes de los universitarios y la actividad de los propios cineclubistas 7. La importancia del movimiento es tal que el 11 de marzo de 1957 (BOE del 12) el régimen dicta una orden regulando la inscripción y funcionamiento de este tipo de asociaciones. Es más, se trata de constituir una Federación Nacional de Cineclubs que permita elevar la calidad de la programación, pues, al actuar en conjunto, la federación podría presionar al Estado para lograr una censura con criterios más amplios, o bien podrían conseguir que las distribuidoras se mostrasen más atentas a sus gustos y menos exigentes en sus condiciones económicas. El problema son los enfrentamientos entre los cineclubs católicos y los cineclubs del SEU. Incluso unos y otros llegan a dar de alta en el registro del ministerio a cineclubs inexistentes con el fin de contar con más votos en dicha federación.
Este fraude conduce a la publicación de un reglamento por el que han de regirse estas asociaciones (Orden de 4 de julio de 1963). Según dicho reglamento, para crear un cineclub en Madrid y Barcelona es necesario un mínimo de 300 socios; en localidades de más de 100.000 habitantes son necesarios 200 socios; y en el resto, 100 socios; si bien queda a discreción de la Dirección General de Cinematografía y Teatro la posibilidad de aprobar la apertura de un cineclub con menos socios de los estipulados.

Los años sesenta personifican la edad de oro del cineclubismo en España. En este auge inciden la extensión del cine en 16 mm y la apertura política promovida desde 1962 por el Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, y por el Director General de Cine y Teatro, José María García Escudero. La apertura concede a los cineclubs exenciones aduaneras para importar películas y una censura más abierta para los títulos que se programan en su circuito. A cambio, el régimen consigue que esta particular forma de asociacionismo actúe como una válvula de escape de las ansias de actividad política que sienten muchos españoles, además de relegar la libertad de expresión al ámbito del cineforum 8. En cualquier caso, la oposición aprovecha esta apertura para celebrar sesiones clandestinas con copias piratas de películas prohibidas, algunas de ellas habituales en las salas de partido y cineclubs abiertos por las antifranquistas en el exilio, como es el caso de La Barraca. También se autorizan las Salas de Arte y Ensayo, que están a medio camino entre la sala comercial, por su funcionamiento económico y administrativo, y el cineclub, por su programación.
Según el registro puesto en marcha por la mencionada orden de 1963, en esa fecha existen en España 137 cineclubs: un 49%, para mayores de 21 años; un 41%, para mayores de 18 años; un 7%, para mayores de 14 años; y un 3%, infantiles. Por provincias, un 22% están en Madrid; un 8%, en Valencia; un 4%, Zaragoza; y otro 4%, en Guipúzcoa. Según la institución a la que pertenecen, un 24% son independientes; un 18%, de organizaciones religiosas; un 13%, del SEU; y otro 9%, de organizaciones sindicales y del partido. En 1964, la cifra sube a 163 cineclubs; y en 1965, a 220 (ver tabla y gráfico). Pese a este continuo crecimiento, el cineclub continúa siendo un movimiento de minorías, pues sólo un 15% de las personas que en 1965 acuden regularmente al cine ha ido alguna vez a un cineclub.

Con los años setenta llega la crisis de la exhibición. Incapaces de vencer la competencia de la televisión, de las discotecas, del bingo y del turismo, las cines comerciales cierran uno tras otra. Los cineclubs, en cambio, parecen sortear la crisis gracias a que su marginalidad les hace menos vulnerables a los cambios de gusto del público mayoritario. Iincluso su número crece. Sin embargo, se trata de un crecimiento artificial. Una parte de los nuevos cineclubs se crean por iniciativa de los poderes municipales con el fin de paliar el cierre del cine comercial de la localidad. Otros nacen paralelamente a otra actividad asociativa, de modo que sólo de vez en cuando dan algún pase de cine. Al mismo tiempo (y esto es habitual desde que se crea el registro) muchos de los antiguos cineclubs han cerrado sin darse de baja el censo. En defintiva, en 1980 hay en España 1.168 cineclubs censados, mientras la actividad real, las sesiones celebradas, apenas superan esa cifra.
Finalmente, en la década siguiente el movimiento cineclubista prácticamente desaparece. Las nuevas generaciones -nacidas y formadas en el mundo de la imagen- tienen a su alcance un gran número de filmes gracias al vídeo y a la multiplicación de canales de televisión. Además, pocos entienden las películas como el arte y la vanguardia que llevó a un sector del público a crear el movimiento cineclubista.

Tabla 1: Censo de Cineclubs en España por provincias (1963 y 1965)

PROVINCIA
1963
1965
PROVINCIA
1963
1965
ALAVA
1
1
LÉRIDA
1
1
ALBACETE
2
2
LOGROÑO
3
3
ALICANTE
2
3
LUGO
2
3
ALMERIA
1
2
MADRID
30
57
ASTURIAS
5
10
MÁLAGA
1
3
AVILA
0
0
MURCIA
2
4
BADAJOZ
1
2
NAVARRA
2
3
BALEARES
3
4
ORENSE
1
1
BARCELONA
4
12
PALENCIA
1
1
BURGOS
2
3
PALMAS (LAS)
1
1
CÁCERES
2
2
PONTEVEDRA
2
2
CÁDIZ
1
4
S. C. TENERIFE
1
4
CASTELLÓN
0
2
SALAMANCA
4
7
CEUTA
1
1
SANTANDER
3
4
CIUDAD REAL
1
2
SEGOVIA
0
1
CÓRDOBA
2
4
SEVILLA
4
5
CORUÑA
1
3
SORIA
0
0
CUENCA
1
1
TARRAGONA
4
5
GERONA
2
4
TERUEL
0
0
GRANADA
2
4
TOLEDO
1
1
GUADALAJAR
0
1
VALENCIA
11
13
GUIPÚZCOA
6
8
VALLADOLID
4
5
HUELVA
2
2
VIZCAYA
4
4
HUESCA
1
1
ZAMORA
1
1
JAÉN
2
2
ZARAGOZA
6
7
LEÓN
3
4
TOTAL
137
220


Fuente: Instituto de Opinión Pública, Estudio sobre los medios de comunicación de masas en España, Madrid, IOP, 1964, pp. 819-820: Instituto de Opinión Pública, Estudio sobre la situación del cine en España, Madrid, IOP, 1968, p. 55.


2. Las Juventudes Socialistas en España

Las Juventudes Socialistas de España (JSE) aparecen en 1906 como una asociación ligada al Partido Socialista Obrero Español. Su fundador, Tomás Meabe, pretende imitar instituciones similares surgidas en otros países europeos, todas ellas caracterizadas por su fuerte antimilitarismo. En 1934, la organización cuenta con 21.000 militantes y, dos años después, se fusiona con el Partido Comunista para crear las Juventudes Socialistas Unificadas 9. Esta avenencia se rompe tras la derrota de la República en la Guerra Civil y conduce a múltiples divisiones internas que desgajan la organización en varios grupos.
Coincidiendo con el fin de la Segunda Guerra Mundial, los socialistas emprenden la reconstrucción de su rama juvenil. Las secciones dispersas por Francia, México, Chile, África del Norte y otros países se agrupan en una Federación Nacional de Juventudes Socialistas de España en el Exilio (1944-1979). Su primer congreso se celebra el 22 de abril de 1945 en Toulouse. Por su proximidad a España, esta ciudad ha sido elegida por los exiliados como sede de sus principales organizaciones y lugar de residencia de sus dirigentes. Asimismo, allí desarrollan una actividad cultural tan importante (revistas, periódicos, conferencias, apertura de colegios, etc.) que aún hoy es perceptible su estancia.
En aquel primer congreso, Salvador Martínez Dasi es nombrado Secretario General de la Federación Nacional de las Juventudes Socialistas de España en el Exilio (FNJSEE). Le siguen posteriormente: Francisco Gómez Astudillo, Carlos Martínez y Manuel Garnacho. El objetivo de la FNJSEE es formar a la juventud en el socialismo contribuyendo así a la meta última de todo el movimiento: "preparar, por todos los medios, la liberación de España de la dominación fascista"10 e implantar una dictadura del proletariado, con la consiguiente abolición de la propiedad privada y la planificación de la economía 11.

En su labor de captación y formación de los jóvenes, la Sección de Toulouse de la FNJSEE colabora con las escuelas de verano de la UGT y organiza ciclos de conferencias, grupos artísticos de teatro, orquestas de música, equipos de fútbol y otras actividades que aúnan ocio y cultura. Por ejemplo, los primeros sábados de cada mes los jóvenes se reúnen en el local del partido para escuchar una charla preparada por un compañero, tras la cual se abre un coloquio entre los asistentes. Por supuesto, los temas casi siempre se refieren a España, ya que se busca que las nuevas generaciones, sobre todo los nacidos en el exilio, mantengan sus raíces frente al camino más cómodo y atractivo de insertarse plenamente en la sociedad francesa. Tras esta parte política, llegan las actividades más lúdicas: escuchar música clásica o música española, contar chistes y anécdotas o debatir sobre temas de actualidad en general. La reunión se cierra con el baile, la diversión más esperada.
Hasta ese momento (estamos hablando de finales de los años cincuenta), la relación de los jóvenes socialistas de Toulouse con el cine se limita a publicar algún artículo cinematográfico en su periódico Renovación. En varias ocasiones, aparecen extractos de entrevistas concedidas por Luis García Berlanga, en las que éste denunciaba la fuerte censura franquista. También se publican reseñas de películas relevantes por su contenido social. Por ejemplo, La sal de la tierra (Salt of the Earth, 1954), de la que hablaremos después; o Don Camilo e l'onorable Peppone (1955) en la que el cura Don Camilo y el alcalde comunista de un pequeño pueblo del Valle del Po se enfrenta con motivo de una campaña electoral. A parte de esto, las juventudes socialistas apenas desarrollan otra actividad cinematográfica y, desde luego, el trabajo del PSOE en este medio no es comparable con el que desarrollan los comunistas: captación de profesionales del cine, infiltración en las instituciones franquistas, contrabando de filmes prohibidos, rodaje de películas clandestinas, etc.

3. El Cineclub La Barraca

En 1960 la desintegración del grupo teatral Tomás Meabe lleva a los jóvenes dirigentes socialistas de Toulouse a buscar una nueva alternativa de ocio. Hortensia Martínez Cobo, hija del un conocido miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE entre 1948 y 1970, propone la creación de un cineclub. Su idea es aceptada y se escoge el nombre de Cineclub La Barraca en homenaje a la labor de difusión cultural realizada por el poeta y militante socialista Federico García Lorca.
Cumpliendo con la legislación francesa, los órganos de dirección del cineclub son la Asamblea General de socios y el Consejo de Administración. La Asamblea General apenas se reúne o asisten muy pocos socios. En concreto, el cineclub nace con 277 miembros de nacionalidad española y francesa. Luego la afiliación se estabiliza en unos 200 socios, aunque apenas son 50 los que acuden con asiduidad a las proyecciones. En su mayoría, se trata de jóvenes militantes socialistas, sus familiares (padres, hermanos, novias) y, en algún caso concreto, amigos anarquistas. Predominan de manera clara los obreros. Pero lo más singular es la alta participación de las mujeres: un 40%. Con el tiempo, crece la presencia de trabajadores emigrantes, pues, según datos del III Congreso de la FNJSEE (1967), el 30% de sus miembros son exiliados políticos y el 70% "exiliados económicos".
El Consejo de Administración se encarga de la programación y de la gestión del cineclub. El de 10 de febrero los socios nombran a los siguientes consejeros: Presidente de Honor, Gabriel Pradal, personalidad destacada por haber sido uno de los directores del diario El Socialista, además de dirigente del partido y diputado por Almería; Presidente, J. Campón, profesor, lector de español en los colegios franceses de la ciudad; Vicepresidente, Oscar Martínez, fontanero, soldado en el ejército francés de Liberación y gerente del periódico Renovación; Vicepresidente segundo, Hernández Vizcaíno, miembro de la Comisión Ejecutiva clandestina en España, huido a Francia en 1951 y dedicado a dar cursos de castellano en la Casa del Pueblo; Secretario General, Martín Cáceres, mecánico de coches; Secretario Adjunto, la mencionada Hortensia Martínez Cobo, Secretaria General de la Sección Juvenil de Toulouse, linotipista y estudiante de idiomas; Tesorero, Angelita Pérez, bordadora y oficinista en la sede del partido; Tesorero Adjunto, Primitivo Barea Aznar, Secretario de Arte, Cultura y Deporte de la Comisión Ejecutiva de las juventudes socialistas.
El 24 de octubre de 1961, debido a los cambios producidos en la dirección de la organización juvenil, la Asamblea General nombra un segundo Consejo de Administración. Oscar Martínez ocupa la Presidencia y entran los siguientes nuevos consejeros: Presidente de Honor, José Macua, metalúrgico, militante vasco huido de España en 1948 y gran amigo del dirigente del partido Ramón Rubial; Vicepresidente, Carlos Martínez Cobo, hermano de Hortensia, Secretario General de la FNJEE entre 1961 y 1965 y hoy médico;12 Secretario General, Manuel Simón, electricista y miembro de las Comisiones Ejecutivas de la JSE y de la UGT en el exilio; Tesorero, José García, obrero.

Tabla 2: Consejos de Administración del Cineclub La Barraca

CARGO
1960
1961
Presidente de Honor
Gabriel Pradal
José Macua
Presidente
J. Campon
Oscar Martínez
Vicepresidente
Oscar Martínez
Carlos Martínez Cobo
Vicepresidente
Hernández Vizcaíno
Secretario General
Martín Cáceres
Manuel Simón
Secretario Adjunto
Hortensia Martínez Cobo
Tesorero
Angelita Pérez
José García
Tesorero Adjunto
Primitivo Barea Aznar

Fuente: Fundación Pablo Iglesias, Archivo de Organizaciones, 741-9 y 10, 1960-1961.

 

Las proyecciones se celebran los sábados hacia las 9 de la noche, tras la presentación del programa por un socio o invitado. El número y periodicidad de las sesiones varía a lo largo de los años. Normalmente se organiza un pase por mes y, en ocasiones, se proyecta una película familiar los domingos. Dada la naturaleza no comercial del cineclub, y de acuerdo con la legislación francesa de 1901, los asistentes pagan entregando a los organizadores sellos de correos de 1 franco o bien tarjetones y cartas por valor de 0,50 francos y, en ocasiones, de 1,3 francos. También se recogen donativos. Este dinero se destina a pagar el alquiler de la sala de cine, el alquiler de la película y del documental que proyectan en cada sesión y los gastos de administración del cineclub. Como puede verse en la Tabla 3, las nueve primeras películas arrojan un saldo positivo de 102 francos, pero título a título el Consejo de Administración comprueba la desigual respuesta de los socios, de modo que tampoco el Cineclub La Barraca escapa a la permanente zozobra económica que caracteriza el cineclubismo.
Las sesiones se celebran en el Cine Espoir, cuyo propietario es el partido socialista francés. Esta sala acoge también la mayor parte de los congresos socialistas en el exilio. Más tarde, al bajar la asistencia, la organización compra un equipo de 16 mm y los pases se celebran en la sala de reuniones de la Casa del Pueblo. Este local tiene una capacidad para unas 40 personas y emplea como cabina un pequeño cuarto adjunto al que se le practica un agujero. El resto de los días de la semana este cuarto es la peluquería de los militantes del partido.
La programación es decidida por el Consejo de Administración. El criterio principal es que las películas sean en idioma español. Luego se valoraba que obedezcan a los criterios políticos y sociales del partido y, en tercer lugar, se procura que interesen al público exiliado o emigrante. Las películas se consiguen a través de la Cinémathèque de Toulouse. Sus precios son razonables, aunque no hay mucho donde elegir. Para que se comprenda el carácter de la programación, vamos a tomar como muestra algunas de las primeras películas exhibidas. En todos los casos, se trata de filmes rodados por cineastas que militan en el comunismo, son compañeros de viaje de éstos o bien mantienen una clara postura crítica y un decidido compromiso social. Predominan, asimismo, las películas norteamericanas, aunque el contexto más frecuente es México. La antigüedad de los filmes es de al menos cinco años.

Tabla 3: Las primeras diez sesiones del Cineclub La Barraca

Título
Fecha
Ingresos - Gastos Generales
Asistentes
La noche de los mayas (México, 1939)
5-XI-1960
86 francos
312
La muerte de un ciclista (España/Italia, 1955)
26-XI-1960
47 francos
197
Viva Zapata (USA, 1952)
17-XII-1960
-18 francos
99
Enamorada (México, 1946)
7-I-1961
-14 francos
92
¡Bienvenido Mister Marshall! (España, 1952)
21-I-1961
24 francos
104
La sal de la tierra (USA, 1954)
4-II-1961
-13 francos
79
Las nieves del Kilimanjaro (USA, 1952)
10-II-1961 27
27 (Sesión de Gala a 1,5 francos)
135
Dossier Secret (¿?)
12-III-1961
-48 francos
27
13 rue Madeleine (USA, 1946)
29-IV-1961
11 francos
47
Pascuas Sangrientas (Italia, 1950)
13-V-1961
-
-

Fuente: Fundación Pablo Iglesias, Archivo de Organizaciones, 741-9, 1960-1961.


En concreto, el cineclub se inaugura el 10 de noviembre de 1960 con la película mexicana La noche de los mayas (1939). Este filme había alcanzado una gran reputación entre los intelectuales mexicanos por su estética nada convencional, su carácter antropológico y, sobre todo, su indigenismo. (Otros piensan que es racista.) Incluso se considera que la película es una consecuencia de ¡Qué viva México! (1931) de Eisenstein, donde también se aunaban nacionalismo, vanguardia y Frente Popular. El director del filme, Chano Urueta, había tomado parte activa en la revolución mexicana antes de trasladarse a Hollywood para trabajar como actor e iniciar su carrera cinematográfica. El guión, del poeta yucateco Antonio Médiz Bolio, cuenta las desgracias en que se ve sumido un pueblo indígena de la selva del Yucatán cuando irrumpe en ella el hombre blanco, retornándose a la normalidad sólo tras la muerte trágica -una especie de sacrifico a los viejos dioses mayas- de los protagonistas y de su enemigo, el hombre blanco 13.

México, o mejor dicho, su revolución, vuelven a estar presentes en Enamorada (1946) y ¡Viva Zapata! (1952). La primera -dirigida por Emilio Fernández e interpretada por María Félix y Pedro Armendáriz- relata una historia de amor entre un general zapatista y la hija de un hacendado, la cual se incorpora a la revolución como un soldado más. Viva Zapata narra los últimos diez años de vida de Emiliano Zapata, mezclándose los motivos del western con los del cine político y, por lo tanto, aunando, como pretendía el marxismo, formas populares y altos contenidos sociales. Su director es el exmilitante comunista, Elia Kazan, quien se convertirá en un delator de sus compañeros durante la caza de brujas del senador Mc Carthy. Precisamente, otra de las primera películas programadas, La sal de la tierra, tuvo en las tareas de dirección, guión y producción a personas también perseguidas por el Comité de Actividades Antinorteamericanas. Incluso la actriz principal, Rosaura Revueltas, fue encarcelada. Asimismo en la historia -una larga huelga de mineros en la que los trabajadores salen triunfantes gracias al apoyo de sus mujeres- aparecen mexicanos.
Por supuesto, el cine español o los filmes de cineastas españoles no pueden faltar, sobre todo, sus títulos más relevantes y, muy en especial, la obra de Luis Buñuel, siempre asiduo en la programación. Dado que las salas comerciales de Toulouse prácticamente no proyectan esta clase de películas, el cine patrio siempre tiene una gran acogida. Durante estas diez primeras sesiones, se exhiben Muerte de un ciclista/Gli egoisti (1955) y ¡Bienvenido Mister Marshall! (1952). Los premios obtenidos por ambas en el Festival de Cannes avalan su calidad y las convierten en un producto típico para el cineclub. El militante comunista, Juan Antonio Bardem, es director de la primera y uno de los guionistas de la segunda. Pese a la fuerte censura española, Muerte de un ciclista denuncia la hipocresía de la clase media española, así como el desencanto del protagonista, un excombatiente que termina rompiendo con la sociedad nacida de la Guerra Civil. ¡Bienvenido Mister Marsall!, de Luis García Berlanga, se interroga sobre la imagen (política) que España debería dar para merecer la ayuda económica norteamericana, como si el atraso del pueblo español no fuese bastante justificación para merecer ser incluida en el plan Marshall.
En cuanto a Las nieves del Kilimanjaro (The Snows of Kilimanjaro, 1952), se proyecta nada menos que en una sesión de gala. Basada en un cuento de Ernest Hemingway, el protagonista de la historia rememora su vida momentos antes de morir víctima de las heridas sufridas en un safari. Uno de los "flash-back" nos muestra su participación en la Guerra Civil al lado de los republicanos. Ahora bien, por miedo a que las autoridades franquistas considerasen la película como ofensiva, la productora presenta los sucesos de España más como un contexto romántico de la acción que como motivo central.
También es norteamericana la película 13 rue Madelaine (1946), a la que asistieron 47 espectadores. En ella un grupo de agentes aliados trata de localizar los misiles instalados por los nazis en la Francia ocupada.
Por último, la décima sesión del cineclub proyecta Pascuas sangrientas (Non c'e pace tra gli ulivi, 1950). Se trata de la tercera película de Guiseppe de Santis, cineasta italiano de la segunda generación del neorrealismo, militante comunista y autor de películas de estilo barroco, tramas melodramáticas y contenido profundamente social y humano. Tras varios años dedicado a la crítica, inicia su carrera como director en 1947 y alcanza el éxito con su segundo filme, Arroz Amargo (Riso amaro, 1948). En Pascuas sangrientas -traducción del título que tuvo en Francia, pues en España la película fue prohibida por la censura-, presenta una historia violenta de sexo y posesión en medio de una Italia rural sometida a los intereses de los ricos 14.

A la vista de los títulos mencionados, es evidente que el Cineclub La Barraca difunde una interpretación marxista de la sociedad. Ahora bien, si hasta aquí hemos podido fijar el perfil de los socios y de los dirigentes del cineclub, además de describir las condiciones de la exhibición y el contenido de sus programas (esto es, quién ve las películas, cómo y por qué), mucho más complicado resulta deducir los efectos de esas películas sobre los socios del cineclub y, más aún, cuantificar cuántos terminan abrazando el socialismo por efecto de aquellas sesiones. En primer lugar, hay que decir que los estatutos del cineclub, fechados el 10 de noviembre de 1960, deben acatar la ley francesa de 1 de julio de 1901 sobre asociaciones educativas. Dicha ley obliga a incluir en el artículo tercero de los estatutos la siguiente frase:

"Toda propaganda política y todo proselitismo religioso están prohibidos en el seno de la asociación".

Lo cierto es que el carácter partidista del cineclub ha quedado claramente demostrado en la filiación política de los socios y dirigentes, en la programación y hasta en la sede de las proyecciones: los locales del partido socialista francés y la Casa del Pueblo. Según Hortensia Martínez Cobos, el cineclub consigue claramente dos de los tres objetivos con los que nace, esto es, reúne a la colonia española en Toulouse en un ambiente español, cultural y festivo, y capta a los emigrantes para que se afiliasen a las organizaciones del partido. Fracasa, en cambio, en lo que es más específico del cineclub: la formación cultural. La mayoría de los socios son obreros y sólo les interesa el cine como espectáculo.
Aunque no hemos podido fijar la fecha exacta del cierre del cineclub (las últimas sesiones serían hacia 1979 15), sí sabemos que La Barraca continúa actuando mucho tiempo después, ya que los estatutos de la asociación proponían también el desarrollo de otras actividades culturales, como lecturas y conferencias, que mantuviesen en contacto a la colonia española. Por otro lado, esa colonia decide en un importante número permanecer en Toulouse pese a la llegada de la Democracia en España, de modo que sólo a mediados de los noventa, debido a la falta de actividad real, La Barraca termina disolviéndose.

 

EMETERIO DIEZ PUERTAS es Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Dramaturgia por la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Ha trabajado durante diez años como Titulado Superior de Medios Audiovisuales en el Ministerio de Educación y Cultura; en la actulaidad , dirige el Gabinete de Comunicación y Publicaciones de la RESAD. Sus investigaciones sobre cine español han sido editadas en Archivos de la Filmoteca, Secuencias, Cuadernos Hispanoamericanos, Film-Historia, Cuadernos de la Academia, Historia 16. Acaba de editar su tesis doctoral como libro: Historia del movimiento obrero en la industria española del cine, 1931-1999 (Institut Valencià de Cinematografia Ricardo Muñoz Sauay, 2001).

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NOTAS Y REFERENCIAS:

1.- En el estudio de este público nos hemos encontrado con los mismos problemas que aparecen al investigar cualquier otra clase de audiencia en fechas previas al desarrollo de las mencionadas novedades académicas, es decir, la falta de fuentes adecuadas: encuestas de opinión, datos de asistencia y de recaudaciones, estructura del público por sexo, edad, estudios, estado civil, etc. Si estas páginas son posibles, es gracias a la documentación depositada en la Fundación Pablo Iglesias y, sobre todo, a los testimonios orales de algunos socios, en concreto, los hermanos Hortensia y José Martínez Cobo, a los que quiero expresar mi gratitud.

2.- Entre sus socios se encuentran: Francisco Ayala, Cesar M. Arconada, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Carlos Arniches, Rosa Chacel, Ramón Gómez de la Serna o Benjamín Palencia.

3.- A este periodo pertenecen el Cineclub Mirador de Barcelona, el Club Proa Filmófono, Cinestudio 33, el Cineclub GECI, el Cineclub del Sindicato de la Banca y Bolsa de Madrid, el Cineclub Nuestro Cinema, el Cineclub de la FUE, el Cineclub Estudio Universitario o el Cineclub del SEU.

4.- Véase: "Hacia una Federación Española de Cineclubs Proletarios", Nuestro cinema, nº13, octubre de 1933, pp. 214-216; y Antonio del Amo, "Ejemplo de cineclub proletario", Nuestro cinema, nº13, octubre de 1933, pp. 224-226.

5.- La preocupación de Falange por la calidad artística de los films lleva al Departamento Nacional de Cinematografía (DNC) a proponer al Servicio de Propaganda la creación de un organismo bajo su dirección llamado "Cine Clan". Su misión sería (art. 2º del proyecto) "fomentar y desarrollar bajo la dirección del Estado el interés hacia los problemas del Cine y de todos aquellos relacionados con el mismo". "Dicha labor (art. 3º) se efectuará por medio de sesiones en las cuales con la presentación de películas, documentales y noticiarios que sean el exponente de los últimos adelantos técnicos y artísticos de la cinematografía, se darán lectura de guiones y proyectos de películas, critica de las producciones mundiales, charlas a cargo de artistas de cine nacionales, estudios comparativos de la evolución de la técnica del cinema, organización de visitas a Estudios cinematográficos, etc., etc." "El criterio que presidirá la admisión de sus componentes (art. 6º) será la de dar cabida en el mismo a elementos de reconocida solvencia artística, literaria y social". S.n., "Información del Departamento de Cinematografía al Servicio Nacional de Propaganda sobre creación de CINE CLAN", Archivo General de la Administración Sección Cultura, 268,s.f.
En concreto, en 1941 se crea el Cineclub CIRCE (Círculo Cinematográfico Español), promovido por Manuel Augusto García Viñolas, responsable del DNC. Asimismo, en 1945 se funda el Cineclub del Círculo de Escritores Cinematográficos, que reúne, entre sus menos de 300 socios, a los críticos defensores del cine del régimen, como Carlos Fernández Cuenca, Luis Gómez Mesa y Fernando Méndez-Leite.

6.- J. L. Hernández Marcos y E. A. Ruiz Butrón, Historia de los Cine Clubs en España, Madrid, Ministerio de Cultura, 1978, p. 43.

7.- Como ejemplo de cineclub en este periodo véase: José María Caparrós Lera, Cinema y vanguardismo. "Documentos Cinematográficos" y Cine-Club Monterols (1951-1966), Barcelona, Flor del Viento, 2000.

8.- La depuración de bibliotecas de 1937 contempló una categoría para aquellos libros de especial interés científico y humanístico que estando prohibidos por su contenido ideológico podían ser consultados por personas "preparadas" previo permiso de la autoridad. Para que el cine obtuviese esta "bula" hay que esperar a estos años. Entonces aparece el que se llamó "cine minoritario", una categoría de películas destinadas a personas responsables (mayores de 21 años) y a profesionales y amantes del cine que por su contenido artístico o científico, y por estar subtituladas, disfrutaban de una mayor tolerancia censora.

9.- La actividad cinematográfica de la Secretaría de Agitación y Propaganda de la JSU puede verse en: Ramón Sala Noguer, El cine en la España Republicana durante la Guerra Civil, Bilbao, Mensajero, 1993, pp. 122 a 124

10.-Estatutos de Federación de la Juventudes Socialistas de España en el Exilio, ¿Toulouse?, ¿1954?

11.- Este último objetivo se abandona en 1979 cuando el PSOE, a instancias de Felipe González, abjura del marxismo. Antonio González Quintana y Aurelio Martín Nájera, Apuntes para la historia de las Juventudes Socialistas de España, Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 1983, pp. 65 a 81. También: Richard Gillespie, Historia del PSOE, Madrid, Alianza, 1991.

12.- Carlos colabora con su hermano José Martínez Cobo en algunos de los escritos de éste sobre la historia del PSOE desde dentro, como La primera renovación: intrahistoria del PSOE, (1939-1945), Barcelona, Plaza y Janés, 1989.

13.- Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano, México, Ediciones Ere, 1969, p. 238.

14.- No hemos conseguido identificar la película Dossier Secret (¿?), que tampoco debía ser muy conocida en su momento dado que a su proyección solo acuden 27 personas y, por lo tanto, es el mayor fracaso del cineclub en sus primeros cinco meses de funcionamiento.

15.- Según nuestros datos, del 17 de noviembre al 28 de diciembre de 1979 se proyectan: Tristana (1969), La Secheresse (¿?), Los Olvidados (1950), La confesión (L' Aveu, 1970) y Orfeo negro (Orfeu noir, 1959).